Tal vez para las generaciones anteriores el asunto del cambio climático no era un tema al que se le diera tanta importancia en su momento. Pero la realidad en este 2020 es que existe un problema ambiental mundial serio, consecuencia de muchos factores (entre ellos la actividad humana) y me parece que responsabilizarnos sobre nuestros consumos es algo absolutamente necesario.
Lo que se conoce como Fast Fashion o la ropa que trata de emular las colecciones de las pasarelas para el consumo popular muchas veces producida en maquilas y con bajos estándares de calidad es generalmente la oferta que tenemos como consumidores. En contraposición existe el Slow fashion que aunque busca ser ropa que se produzca de manera socialmente responsable muchas veces puede ser ofertada a un precio mayor del que nuestra economía nos permite acceder.
Como otra alternativa para poder ejercer un ‘consumo responsable’; un consumo como consecuencia de un análisis consciente de nuestras necesidades, quiero presentar la normalización de la compra de ropa de segunda mano.
En Reino Unido existe una cultura que se conoce como Charity Shops o tiendas que venden artículos de calidad donados a la causa para la cual la tienda recauda fondos. Son artículos que entre otros, incluyen ropa y calzado de la más alta calidad. Las ganancias de los Charity shops van en su totalidad a la fundación. El meollo de mi argumento en este artículo es que si existe la oferta, ¿qué está sucediendo con la demanda?
Al entender que el comprar artículos nuevos con regularidad no es una necesidad sino muchas veces un capricho luego entonces, podemos preguntarnos ¿qué es lo que realmente necesitamos y si existen otras maneras de conseguirlo?
Tal vez para otras generaciones comprar usado o segunda mano era algo que atentaba contra un estatus social, hoy en día me parece que es una manera de consumir responsablemente y el normalizarlo creo que es una idea que depende de nosotros.
Vivimos con la cabeza metida en un sistema de consumo que nos exige comprar ropa nueva en las tiendas departamentales cada temporada.
¿De verdad es necesario? En mi opinión, no, no es necesario. Creo que buscar la calidad del artículo y evaluar el tal vez acceder a un bien de calidad una vez al año en lugar de cuatro (pensando que existen cuatro temporadas al año) es una manera consciente de consumir y responsabilizarnos de lo que sí podemos hacer para mitigar parte de la crisis ambiental a medida de nuestras posibilidades.
En México en algunos nichos existen bazares, ventas de garage y tiendas de ropa vintage. Tal vez valdría la pena expandir esta oferta un poco más. Me parece que la donación de ropa que no usamos o venta de las prendas entre amigos y por internet es una opción viable y que abre camino para que pueda existir una oferta similar a los Charity Shops en el país, en otras palabras que México pudiera replicar este modelo de negocio, el cual aparte de fomentar un consumo responsable, apoya causas importantes y no descuadra la economía de los consumidores.
Pero para que este momento pueda llegar, es necesario que nuestra mente y nuestros hábitos de consumo cambien y se adapten a la situación actual una situación que nos exige replantear nuestras formas de pensar y actuar, para consumir de manera diferente y que otras generaciones puedan disfrutar las consecuencias de nuestros cambios.

Comunicóloga de la Universidad Panamericana con Maestría en Geopolitics and Grand Strategy de la Universidad de Sussex, Inglaterra. Apasionada del análisis, la historia y de la investigación.
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