Cubrebocas de Tela: la capa de los héroes de hoy.

La pandemia nos ha traído la oportunidad de un cambio positivo, una oportunidad para que tanto adultos como niños puedan con sus acciones diarias cambiar al mundo tangiblemente.

Si cada persona asimilara, que en ella se encuentra la sensatez de proteger a otros protegiéndose a sí misma usando un cubrebocas en áreas públicas; como consecuencia existiría un mundo más seguro pues cada uno estaría contribuyendo al bien común.

La ciudadanía, entendida como: conjunto de individuos actuando de manera sincronizada para lograr un fin, tiene un alcance sorprendente. Como ejemplo puedo mencionar los esfuerzos que lograron reconstruir la CDMX después del Sismo de 2017. Fueron los ciudadanos quienes se responsabilizaron lo suficiente como para organizarse, reparar el daño y así salir adelante.
De la misma manera la responsabilidad y la organización de la ciudadanía podría lograr mitigar la crisis del Covid-19. Al uso del cubrebocas más que una imposición, lo llamaría una responsabilidad individual. De acuerdo a la información publicada el 28 de junio por el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU., cuyo acrónimo se conoce como CDC, y la información presentada por el Fondo Económico Mundial “el uso de las mascarillas de tela ayuda a reducir la transmisión del virus COVID-19 a otras personas”. 

De acuerdo con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) una mascarilla de tela efectiva debe tener tres capas. Algunas personas colocan una capa de servitoalla removible entre las dos capas gruesas de tela. El objetivo de la mascarilla es evitar el esparcimiento de la gotículas del virus para así, disminuir el número de contagios. Ya que el virus de Covid-19 se transmite de una persona infectada a otra a través de “las gotículas que esparce un enfermo al toser y estornudar.” información que se encuentra en la página oficial del Gobierno de México.

El uso de la mascarilla de tela, frente a opciones desechables, contribuye mitigando el desperdicio y de esta forma se integra a la ‘covidianidad’. Con esto, me refiero a que la mascarilla de tela se convierte en una prenda más en nuestro guardarropa. De igual modo que en un clima frío una chamarra antes de salir de casa es necesaria. En un contexto global de pandemia, el cubrebocas de tela es ahora una prenda necesaria de uso cotidiano.

En esta narrativa el individuo se encuentra empoderado, sus acciones tienen consecuencias tangibles y positivas. El que la sociedad civil y los individuos puedan asumir la responsabilidad que tienen durante esta pandemia me parece de suma importancia. La responsabilidad de salir de casa diariamente portando un cubrebocas de tela consciente de que está cumpliendo con su parte para hacer del mundo, literalmente, un lugar menos enfermo.

Porque esta es una de las acciones que se encuentra en manos de las personas para lograr un mundo más amable y solidario. Que el uso del cubrebocas no es cómodo, es cierto. Lo que sí es, una manera eficiente para disminuir el esparcimiento del virus Covid-19.

Quisiera concluir con que tengo la esperanza de que la ciudadanía logre organizarse de tal manera que al salir a la calle, al ir a una oficina, al usar el transporte público; se pudiera ver personas preocupadas por el bien común, usando el cubrebocas. Generando un sentido de empatía y solidaridad social para controlar un problema que afecta por igual. Permitiendo así, a los especialistas abocar sus esfuerzos en resolver la crisis; teniendo la confianza y el impulso de una sociedad responsable y organizada que activamente los respalda poniendo de su parte diariamente, mitigando la crisis al usar un cubrebocas de tela para realizar sus actividades.