Es increíble aquello a lo que nos podemos acostumbrar. Más bien, es nuestra capacidad de acostumbrarnos lo que me parece increíble.
Yo había hecho dietas exageradamente restrictivas, transformando la textura del pan o la pasta en algo tan extraño, que sería milagrosamente nuevo al re-introducirlos a mi sistema; había vivido ya en otro país, reemplazando el promedio de la temperatura del Valle de México por la humedad de los Everglades y, en otra ocasión, la brisa (a veces intrusiva) de Long Island; incluso logré cambiar el tono de mi voz para siempre cuando me di cuenta de que lo necesitaba para hablar frente a un micrófono, cuando comencé a trabajar en radio. Todo esto, en algún momento y de manera misterosamente extraordinaria, logró instalarse como algo normal en mi vida, a pesar de lo diferente que era a todo aquello que había vivido hasta entonces.
Acabo de recibir un paquete (más) en la puerta. El año pasado siempre fue así. Desde la comida del día hasta las siempre injustificables compras impulsivas en Amazon, todo fue entregado por guantes para motocicleta y voces ahogadas detrás del casco, o el cubrebocas, o quizá ambos. Decenas de ocasiones idénticas, rostros que solo revelan los ojos, a veces sin siquiera conectar la mirada, en un ritual de entrega, mas no de intercambio: el dinero físico parece cada vez más raro. También la interacción humana.
Recibir cada paquete en esta casa es como manejar radioactividad. Es sostener los empaques con las yemas, respirar por un rato el calor de la boca (nunca había estado tan consciente de mi aliento), rociar el paquete con una variedad de productos que van desde el familiar alcohol hasta los desinfectantes que, si no matan al virus, seguro lo pueden matar a uno de asfixia. Es esperar un rato a que aquella entrega no interactúe con nadie, eliminar las posibilidades y luchar contra la estadística de algo invisible pero dolorosamente real.
Aunque todo esto se ha convertido en una rutina de casi un año de antigüedad, la insuficiencia constante del cuidado nunca resuelve en un hábito cómodo. Es increíble que nos podamos acostumbrar a tantas cosas, pero es aterrador cuando no nos podemos acostumbrar a algo nuevo, y el año pasado fue el caso para muchos.
Me hubiera gustado tratar el paquete que contenía el año 2020 con la delicadeza con la que ahora recibo cualquier entrega. Debo mencionar que, en sus primeros meses, el año anterior me trajo la alegría irrepetible del encuentro con la compañía definitiva de mi vida, con quien he pasado maravillosos meses de aprendizaje, los cuales, en su ausencia, habrían sido tormentosos tiempos carcelarios. Ha sido una gran aventura y un encuentro dichoso, pero eso nunca arrebató al año pasado de su carácter violento, necio y cruel.
Pluma Forte estuvo dormida por un tiempo. Hicimos tenues esfuerzos por despertarla y darle un ritmo, pero los retos del año llevaron al equipo a poner en pausa nuestra querida publicación. Ya resueltos y con un plan activo, me da mucho gusto inaugurar el cuarto año de la revista, dándole la bienvenida a nuestros lectores y lectoras, a quienes nos han acompañado desde el principio y a quienes han llegado a nuestro sitio en últimas fechas. Hay algunos proyectos que lanzaremos este año, pero el más importante siempre será el seguir ofreciendo artículos de calidad para la reflexión, con la finalidad de perseguir, siempre, una mejor vida.
Este año será el más productivo de la revista, con la intención de publicar un artículo nuevo cada semana, mas los artículos sobre “temas de coyuntura” que consideremos indispensables.
Les deseamos salud, fuerza, crecimiento, aprendizaje, sabiduría y paz. También les deseamos el don de la escucha atenta, la promoción de la conversación, el intercambio pacífico de ideas y argumentos y la evasión del conflicto. No necesitamos esto por vivir una época difícil, sino porque los resultados que ello ofrece siempre serán deseables para el mundo.
Con todo el cariño y agradecimiento… ¡Tengan un gran año 2021!
Atte.
Jorge Eulalio Hernández
Director de Pluma Forte

Revista Digital. Arte, Cultura, Ciencia y Pensamiento.