Mire profe, esto no es ni su culpa ni la mía. Yo le pedí a mis padres que me cambiaran a una escuela mixta al entrar a la preparatoria. Ya estoy harto de ver puros hombres. ¿Usted no se cansa? Aquí no hay una sola mujer más que su secretaria. Ella es siempre muy amable conmigo, por cierto. Ya me conoce bien por tantas veces que el inepto de Ortega, el de Geografía, me ha mandado a esta oficina. 

No le estoy desviando el tema. Mire, como ya le dije, ya me cansé de ver puro hombre. Habrá quien repudie a las mujeres pero no es mi caso. Yo quiero tener amigas. De preferencia una novia. Pero aquí es como si las mujeres no caminaran por el mundo . Además, el humor de estos idiotas ya me tiene harto. ¿A usted lo han empujado mientras orina en los mingitorios al fondo del pasillo? Por supuesto que no, usted es el director. Pero sí sucede, y mucho. ¿Por qué no pone orden? Ya van tres o cuatro veces que llego a clase con la ropa toda meada. No, no le estoy diciendo cómo hacer su trabajo. Sí. Tiene razón. Yo también he empujado a mis compañeros. Sí, al rato me confieso.

Pero me gustaría tener novia. Una novia como la hermana de Rodriguez. De preferencia que sea ella pero creo que es más grande que yo. María, o Mariana o Paola, no me atrevo a preguntarle a Rodriguez sobre su hermana porque se molesta. Me atrae su color de piel y su cola de caballo fugitiva. Siempre que viene por Rodriguez se apresura demasiado. ¡Déjame verte la cara, comotellames! Pasan tan rápido las mamás y las hermanas de todos por aquí…como si este pasillo las expulsara. Uno no puede registrar sus caras o sus voces en la memoria. Se esfuma el recuerdo de ellas en cuestión de horas. No sé realmente cómo es la hermana de Rodriguez. Quienes han ido a su casa dicen que es muy guapa, que tiene ojos bonitos. Yo no sé cómo es, profe, pero seguro es fantástica y estoy enamorado de ella.

Sí, a veces me distraen mucho las mujeres.

¿Pero usted cómo se entero de lo que le confesé al padre? ¿No se supone que no pueden contar lo que uno confiesa? Pinche viejo chismoso. Perdón. Tiene razón. Al rato me confieso por decir eso. Qué pena con el padre. Aún así, estoy seguro de que fue él quien le contó. Y no, no he vuelto a tener fantasías sobre la mamá de Zubieta. Es que está muy guapa, profe. Nació allá, en Madrid. Por su nariz me recuerda a Zubieta, pero no importa. Qué suertudo es su marido. Además, no entiendo por qué se enoja usted conmigo. No soy el único que espera afuera a ver qué trae puesto ese día.  Le diría que estoy seguro que los profesores de aquí también la desean, pero no. Ustedes son muy raros. No los entiendo. Es como si las mujeres los incomodaran. Como que no les gustan, pero también como si temieran la posibilidad que ellas descubran las cosas que pasan aquí. Ya sé que usted está casado y es padre de familia pero, ya en serio, ¿por qué no hay mujeres en esta escuela? ¿Las odian? Sí, perdóneme. No me refería a usted específicamente.

Que no quiero darle la vuelta, profe. Yo sí quiero hablar del tema. Yo ya había venido a quejarme de López pero fue esa vez que aventé un avión de papel en su clase y de pura chiripa le aterrizó en el copete. Qué mala suerte tuve. Es que a mi ya me tiene harto López. Se burla todo el tiempo de mi nombre y la verdad es que, aunque eso nunca me ha acomplejado, sí me enchila que lo haga frente a todo el salón. Ya le dije a mi papá que ese tipo se burla de nuestro nombre—porque mi papá se llama igual que yo ¿sabía?—pero cuando viene a hablar sobre mi mala conducta no lo confronta. ¿Por qué no me cree mi propio padre? Y para acabarla, el cobarde de López tampoco se burlaría en su cara, ¿o sí? Además no explica bien y nos hace exámenes como si los diseñara para reprobarnos y sentirse importante. Si fuera tan listo no estaría dando clases en este lugar. Sí. Perdóneme. Nunca quise ofender el oficio de los maestros.

Entiéndame, profe. López se pasó de lanza y me agarró en un mal momento. La semana pasada, el Viernes, fuimos a casa de Flores, el del 302 y ahí estaba una niña que me gusta, Cecilia. No, no es hermana de nadie de aquí. Usted no la conoce. Ella sí va en escuela mixta, como una persona normal. Me estaba haciendo caso, se reía mucho de lo que yo decía. La tenía. Estaba interesada en mí y yo estaba muy contento. Cuando ya me iba a animar a darle un beso llegó otro tipo y se la llevó. Cuál fue mi sorpresa, profe, cuándo ya me estaban esperando mis papás afuera—bien temprano, como a las 11 de la noche, hágame favor, por eso se burlan de uno— y la encontré recargada contra la puerta de la cochera, dándose unos besotes con el tipo ese que salió de la nada. Besos intensos, profe, con lengua y mucha experiencia. El Lunes, por la mañana, López empezó a burlarse otra vez de mi nombre. Usted dice que no es cierto, pero se hace el gracioso todo el tiempo y se lo celebran mucho sus simios zalameros. Yo creo que lo molestaban en la escuela cuando era joven y ahora que es maestro cree que es popular. Yo seguía enojado por todo lo que ya le conté y por eso le digo que Lopez eligió en un mal momento para estarme fregando. No me aguanté, profe. Perdóneme.

¿Que las mujeres provocan estos problemas? No sé. Yo más bien siento que si estuvieran aquí yo no estaría tan enojado. Imagínese qué bonita energía habría si en los descansos platicáramos hombres y mujeres. Qué agradable sería la clase de gimnasia, las falditas jugando volleyball. Hay belleza en este mundo y ellas son el ingrediente principal. No, no soy un pervertido. Comprendo que las cosas no son así en esta escuela pero no se enoje, profe. Ya no le vuelvo a decir lo de la escuela mixta. Ya hasta se le marcó esa vena en la frente. No tienen nada de malo las mujeres, profe. ¿Por qué las odia?

Yo mismo les llamo. Yo les llamo y explico a mis padres lo que pasó. Sobre todo porque esto no fue mi culpa. Que quede claro. Fue culpa de ellos por no hacerme caso con lo de la escuela mixta. Y, ahora que lo pienso, también culpa de López por irrespetuoso. Por cierto, ¿Cómo sigue López? ¿De verdad? ¿Doce puntadas? Profe, yo no quería lastimarlo. Se lo juro. Jamás me imaginé que un zapato podría lastimar tanto. Aunque, ¿Se acuerda de esas batallas campales de colegialas en Perisur? Se agarraban a taconazos y se jalaban el pelo como si estuvieran poseídas. Hasta prohibieron entrar a la plaza con uniforme escolar. ¿No? Ah, disculpe. Es que no me acostumbro a que usted no quiere saber nada de mujeres.

Están furiosos, profe. Ya vienen para acá. Dice mi mamá que por supuesto que van a pagar los gastos médicos por lo de López, aunque ahorita andan gastados por algo que no me quieren contar. Por cierto, sólo viene mi madre ¿seguro que quiere verla? No, no me estoy burlando de usted. Mire, yo le hago un trato: me van a poner una zurra tremenda por esto—téngalo por seguro—pero profe, ya no hable usted con mi madre. La va a hacer llorar y hace poco murió mi abuela. Sigue muy triste. Sí, tal vez debí haberlo pensado antes. Pero no lo pensé bien y aquí estamos.

Yo creo que no voy a regresar, profe.Le partí el hocico a López y él se lleva muy bien con todos en la sala de académicos, donde huelen a sudor y traen aliento a hígado y café. A partir de hoy, los demás maestros me van a tratar mal por haberle hecho eso a un colega. Algunos de mi salón me amenazaron porque López si les cae bien. Ya me dijeron que los veo a la salida. ¿No me va a preguntar quienes fueron? Mejor me voy. Para siempre, ¿le parece? Hasta que lo veo sonreír, profe. Qué feliz se le ve. Con su permiso. Sí, voy a acercarme a Dios, no se preocupe.

Hasta luego, Rosi. Bueno. Hasta nunca.

¿Cómo que qué paso wey? ¿Me estabas esperando aquí afuera? Pues me corrieron. El pinche López fue de chillón y el director está furioso. Ya viene mi mamá para acá. Sí wey. Sí me corrieron. Te lo juro. No, ya no hay nada que hacer. Nos vemos luego. No. No creo que pueda ir a la fiesta.

Buen día padre. Justamente acabo de hablar con el director y me dijo que buscara a Dios. Sí. Ya me voy de la escuela. Que le vaya bien. Que Dios lo bendiga.

¿Sabe qué padre? Yo el fin de semana me voy a ir a confesar, y mañana mismo comenzaré a buscar a Dios, pero, por lo pronto, usted vaya y chingue a su madre.

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