Entre Avenida Nuevo León y Alfonso Reyes se localiza Cerrada Tequisquiapan, en pleno epicentro cultural y económico de la Colonia Condesa, Ciudad de México. A pesar de que se sitúa en uno de los núcleos urbanos de mayor tráfico en la capital, las jacarandas y los ahuehuetes esconden este espacio de silencio detrás de la cambiante anatomía de sus ramas. Quisiera destacar que aquí, el bloque de cuadras paralelas y perpendiculares que conforma la cuadra, zona donde predomina el conjunto sobre lo individual, desvía brevemente la atención de los peatones intrusos. En pocas palabras, se esconde a simple vista el patrimonio insólito del Arquitecto Ignacio Machado Barry: Cerrada Tequisquiapan.
Cerrada Tequisquiapan se origina entre 1945 y 1950 junto con el nacimiento del Parque México, época en la arquitectura nacional marcada por la detonación mercantil de la zona centro y por el auge artístico en todas sus variantes a lo ancho de la república. Las casas que conforman la cerrada fueron diseñadas y la mayoría construidas por Ignacio Machado Barry, arquitecto mexicano contemporáneo al renombrado Mario Pani. Paradójicamente, uno de ellos destacaría en la historia como una leyenda que revolucionaría el urbanismo y la vivienda social en México, un consagrado que lo hizo todo; el otro se quedaría fuera de esa historia selectiva y pasaría inadvierto como un pensador que exploró el arte sin encontrar respuestas concretas sino dudas que desembocarían en más dudas e ideas.
No hay tanta certeza detrás del artista, del autor, Machado Barry, únicamente referencias en artículos de divulgación cultural y en párrafos de textos especializados como los publicados por la revista Arquitectura/México. Se trataba de un hombre serio según Pani, taciturno, de perfil discreto, estudioso del paisajismo, de la fotografía, ferviente amante de la teoría y la filosofía del diseño, solitario académico de huesos delgados, un ciudadano mestizo que encontró en el arte de la arquitectura un espacio de silencio; por mencionar algunos de los adjetivos que lo describen a lo largo de su breve presencia en medios escritos.
Colegas y alumnos terminaron de desarrollar la obra inconclusa de Machado Barry tiempo después de su fallecimiento, como repuesta a una petición familiar. Se tienen evidencias físicas de 4 proyectos concluidos en Ciudad de México (entre ellos Cerrada Tequisquiapan), 2 condominios en Querétaro que han sido remodelados más de una vez, y un rancho en las afueras de Valle de Bravo.
Entre morado jacaranda y café ahuehuete se oculta la única entrada a esta breve calle de autor. Quienes la viven y entienden reconocen el mensaje de la arquitectura neorromántica de Machado Barry: una comuna de casas angostas y elevadas, que se divierte con el desnivel para crear espacios autónomos, patios traseros de buganvilias que permiten el traspaso de luz solar a mediodía y la entrada absoluta de los rayos del atardecer, escaleras en espiral, vitrales, balcones cortos que brotan de las fachadas, y terrazas levadizas que comunican al individuo con el exterior de una Colonia Condesa que prácticamente nadie conoce. “El anonimato es belleza”, afirma Machado Barry en 1950.
La luz natural se interioriza con una serie de tragaluces que proyectan colores maple y neón en muros de piedra lisa; la distancia entre propiedades rodeadas de jardines contemplativos redirige y dirige el espectro de luz a través del espacio, así como mejora la circulación de viento y genera frescura. Los cuartos principales de doble altura lucen un magistral manejo del ladrillo en sus múltiples variantes. Pierda, ladrillo, cemento y natura, elementos que conviven en una misma propuesta arquitectónica, donde el jardín representa el alma de la obra. La casa es una creación humana, el jardín representa la obra de dios.
Existen momentos íntimos en la cronología de la obra de Machado Barry, como una capa de tejido vivo que permanece intacta en las 10 casas únicas que componen Cerrada Tequisquiapan. Se continúa consolidando un prestigio a través de las vivencias de los residentes y generando cultura por el hecho de instaurar rutinas de una “poética crepuscular”: concepto formulado por Barry en sus publicaciones de semiótica del color durante los años 50s, donde se establece que el punto de fuga de sus proyectos está en catalizar, aprovechar la luz rojiza del ocaso.
Dedicó tiempo de observación al comportamiento de las estaciones en la bóveda celeste del Valle de la Ciudad de México, campo en donde confeccionó un estilo limpio y metódico, de cánones ortodoxos y mensajes concretos: Momentos de Luz Capturados, Texturas Amplificadas, Unidades Interconectadas a través de Jardines. Machado Garry era un preciosita, un arquitecto sofista.
Su obsesión por la manipulación de la temperatura de color en superficies y evocar sensaciones lo condujo más a un contempus mundi que al negocio, propició un desarrollo humanístico más que un enfoque mercantilista; estos factores, mezclados con una vida personal miscelánea y bohemia, produjeron una obra improbable que yace anónima e incrustada en el corazón de la megalópolis.
Hoy es 14 de junio del 2024, Avenida Nuevo León y Alfonso Reyes son perturbadas por un episodio trepidatorio de turistas y de caminantes mexicanos. La hora pico combustiona sobre el concreto hidráulico mientras los árboles de los camellones brindan oasis momentáneo al pájaro y al transeúnte. En un lenguaje tácito las calles cobran vida propia, los pisos se rentan solos y en dólares, los bares captan viajantes predispuestos al exceso o a la mera contemplación de la rutina, la cafetería reúne y retiene mentes dispersas.
Enfrente de Cerrada Tequisquiapan, unos entusiastas de la arquitectura apuntan con sus cámaras hacia dos edificios recientemente restaurados sobre la avenida: espacios desnudos que sin censuras ni imaginación se exponen a vista de todos en la distribución de la vía pública (pensaría Machado). En contraposición a este evento, se percibe una gravitación pacífica en las diez casas únicas de una cerrada contigua, escondida detrás de un muro verde y alumbrada por una presencia bronce desde el cielo. Se compartirá la misma hora en el reloj, más no el mismo tiempo; aquí los minutos se consumen más lento. Al parecer, esos famosos edificios que rumorean a la distancia son obra de un famosísimo arquitecto de apellido Pani.

